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Hablar de HABLA es hablar de excelencia, de vanguardia, de diseño y, por supuesto, de Vino con mayúsculas. Y también de singularidad y sorpresa.
¿O no es una sorpresa encontrar un champagne o un glamuroso rosado de Côte de Provence elaborados por una bodega de Trujillo? Pues sí, Bodegas Habla se extiende hasta tierras francesas donde elabora estos magníficos vinos: Moses y Rita. Y también se sumerge en aguas del Atlántico para elaborar Habla del Mar un sorprendente blanco con matices salinos que tiene una segunda fermentación submarina.
Pero la esencia de Habla son sus magistrales ediciones numeradas, todas únicas e irrepetibles, cada año con lo mejor del viñedo. Sin olvidarnos de su Habla de ti, su Habla del Silencio, Duende…
Habla es una bodega de contrastes. A escasos kilómetros de Trujillo, de sus palacios renacentistas, de su plaza porticada y su castillo, de sus calles repletas de historia se alza entre viñedos el vanguardista edificio de Habla: acero, cristal, líneas puras. Funcionalidad y tecnología en una de las bodegas más avanzadas de España. Y contrasta el minimalista diseño de su etiquetado con el ubérrimo universo de aromas que se despliega cuando los Habla hablan en la copa.
A los pies de Trujillo se extienden grandes extensiones de berrocales y ecosistemas pseudoesteparios, pero también algunos viñedos: a ellos nos dirigimos. Al poco de cruzar la carretera y tras pasar algunas viñas, una garceta nos mira desde la vegetación palustre de una pequeña charca. Un aguilucho cenizo nos vigila desde lo alto. Prosigue el camino y llegamos a una moderna cancela que se descorre y nos muestra el audaz y rectilíneo edificio.
Nos reciben Victoria y Amparo: hospitalidad y profesionalidad a partes iguales. Nos hablan de Habla con pasión. Porque así es Habla: pasión y calidad en sus botellas; innovación y tecnología en sus procesos. Comentamos proyectos, probamos vinos. Cerramos una jornada para el recuerdo que queremos compartir con vosotros en nuestras experiencias viajeras.
Muchas gracias, Victoria y Amparo.